jueves, 3 de julio de 2008

Rutina Prolija


Un caminante inclemente atesora su carga con valentía sobre su hombro, el lastre de sus experiencias se acumula y resguarda. Algunas logran disiparse, otras permanecen y saturan las terminaciones que llevan dolor a su sentir.

Es rutina prolija, que acapara las intenciones de la levadura e incrementa el deseo. El deseo incipiente de amar con desgarro, entrega y pasión. Es anhelado ansío por someterse a las voluntades de su cuerpo, de elevar su catarsis de líbido y, entre sudores y desvaríos, callar la batalla.

Batalla de rutinas. Batalla de dolor. Batalla de un sinsabor. Continuo de esperanzas, lastre de ataduras dejadas en el camino, soporte para los pasos de los caminantes que repiten su historia, que amalgaman la mezcla y entierran los lamentos.
Es un renacer del alma, un sentir de los sentidos… ¡sin miedo…!.Este es el afán.